viernes, 16 de octubre de 2015

Mi memoria selectiva y yo

Hace un tiempo descubrí esta poderosa y útil herramienta de nuestro cerebro que es la memoria selectiva. Hay episodios macabros de mi vida que simplemente ya no recuerdo, o bien, los siento tan lejanos, que es como si hubiera visto una película o me hubieran contado una historia trágica de alguien más. Y menos mal que la tengo, porque si no fuera así, creo que ya hubiera cometido un par de crímenes. Como mínimo, dos.

Estas semanas he tenido un par de esos momentos que quiero borrar de mi mente. Partiendo con un accidente de Victoria en el que por poco pierde un ojo y una como mamá quiere que use por el resto de la vida casco, armadura, escudo y tenga de guardaespaldas personal a Jet Lee... Y otros eventos menos espeluznantes como es lidiar con la bipolaridad de personas que entran y salen de tu vida a su gana y su tiempo y bajo sus propios conceptos de amistad.  Pero mientras la cara de Victoria va transformándose de nuevo en cara y despintando el arcoíris que le quedó, y cierto personaje se rinde de darme explicaciones (en lo que yo no he contribuido mucho por culpa de mi italianismo que no me deja cerrar el hocico) sobre los entuertos de su vida que, según él, no le permiten ser un buen amigo, sé que mi memoria selectiva está ahí, comenzando una vez más a hacer su trabajo y en algunas semanas estos temas ya no serán ni siquiera temas.

Por mientras mi MS se activa, algo que me funciona siempre, es mandar por un par de horas a mi trabajo a freir monos, abrir mi Cajón, ver mis fotos, editar algunas de las chorrocientas que tengo sin editar, escribir y trasladar mi mente a un lugar más lindo que la cara multicolor de mi hija y los actos de magia de un ser que se dice amigo.

Estas fotos son del 2014. Que buen verano fue ese…













Me avisan que los monos ya están bien fritos, debo volver a la realidad…

Ooooooommmmmmmmmmmmm………….


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