Cuando estaba haciendo mi
curso de fotografía el año pasado, justo antes de entrar a mi última clase, me
encontré con una chica que no conocía. Ella iba a otra clase… “a cuál”, le
pregunté yo… “a la de retrato” me contestó ella. Mi reacción instantánea fue
pensar: que aburrido, una clase de retrato. Técnicamente nunca dije nunca pero
el dicho se aplica igual.
No sé que me pasó en el
camino, pero ahora me gustaría poder tomar ese curso. No otro. Sino ESE. Me di
cuenta de que las fotografías cambian TANTO con la figura humana en ellas. Les
dan vida, movimiento, acentúan situaciones, crean sensaciones… las expresiones
de las caras, la posición de los cuerpos, les agregan conceptos a las fotos y
transmiten con mucho más fuerza la sensación de instantaneidad (no estoy muy
segura de que esa palabra exista, pero al menos me doy a entender).
Tengo ganas de salir por
la ciudad a sacarle fotos a la gente… de cerca, de lejos, desde arriba, desde
abajo… gente! Quiero gente! Prometo organizar una salida y fotografiar sólo
personas. En sus vidas cotidianas, camino al trabajo, en un café, en un parque.
Me gusta la espontaneidad y adivinar lo que las personas están sintiendo o
pensando cuando veo las fotos después en mi computador. Por mientras, los dejo
con un par de tomas de mis amigas y sus hijas, que las quiero como mías… poco
tienen de espontáneas, porque apenas me ven con la cámara se las dan de
modelos… pero son lindas!
También me aventuré a
tomar una fotografía de una chica desconocida… practicando para cuando haga mi
salida oficial… cuesta tomarle fotos a la gente que uno no conoce, sobre todo
sin tener un lente con mucho zoom, no sabes hasta qué punto esa persona se
sentirá invadida. Si tuviera que adivinar, está esperando a alguien, no se siente
muy cómoda sola o, más que eso, está nerviosa de ver a la persona que está
esperando…
Y mis favoritas... de mi modelo favorita!
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