domingo, 17 de febrero de 2013

2013... VEN A MÍ

La última vez que me tomé vacaciones en serio, es decir, las 3 semanas necesarias para un descanso completo y total, yo tenía otro marido, una hija menos, 9 kilos menos, ninguna arruga, ninguna cana, podía trotar media hora casi sin cansarme, saltar 70 cm, usar bikini sin ninguna vergüenza, no se me caía el pelo, no tomaba ningún remedio permanentemente, no ahorraba para mi vejez, porque me parecía demasiado lejana y podía salir con mis amigas hasta las 5 de la mañana y al día siguiente estar fresca y despierta como una lechuga. Eso es lo que pasa después de 8 años... las cosas cambian.

Vengo llegando de las vacaciones más maravillosas que me hubiera imaginado tener. Realmente superaron mis expectativas con creces. Y no es que no las tuviera, los que han leído mi blog antes saben que necesitaba un descanso verdadero desde hace muuuuucho tiempo y saben que este año era decisivo en ese aspecto. Daba lo mismo que el mundo se estuviera cayendo, si yo no tenía vacaciones este año, entre amigos y familia me hubieran declarado interdicta y seguramente en este momento estaría con camisa de fuerza internada en un manicomio. Por lo tanto, las expectativas estaban.

El sur de Chile está más maravilloso que nunca. Ese verde frondoso, la naturaleza, el aire puro, los lagos y ríos con aguas cristalinas y los cielos más azules del planeta con puestas de sol insuperables. 

En general, la gente hoy en día busca vacaciones con mucho movimiento, van a lugares repletos de gente, con música, actividades y ajetreos varios. Yo en cambio busco todo lo contrario, busco paz, calma, "soledad", silencio, vacío... me parece que han pasado siglos desde que no podía sentarme tardes enteras bajo la sombra de un árbol de más de 40 años a pensar en nada más que en que no tengo nada en que pensar. Puse la palabra "soledad" así, entre comillas, porque en realidad la casa en Lago Ranco estuvo a ratos repleta de gente. Familia y amigos desfilaron por la casa llenando todos los rincones de conversación, risas y alegría, 32 caras distintas incluida la mía que entraban y salían en distintos períodos durante todo el mes que estuve allá. Hice nuevos amigos, me reuní con una amiga que no veía hace décadas (literalmente décadas) y las niñas se entretuvieron durante semanas con palos, ramas, hongos, hojas, baldes, palas, bichos, tierra, agua, piedras, cuerdas y todo lo que el ingenio les permitió transformar en un juguete temporal. Sólo llevé una caja de legos y en ningún momento, en los 32 días que estuvimos allá, se quejaron de aburrimiento. 

Tanta maravilla, porque hasta el clima nos acompañó a la perfección, lo que en el sur es una lotería, tenía que encontrar eso sí algún punto de equilibrio. Tuve un pequeño accidente en donde me corté un dedo de un pie. Fue un corte muy profundo y terminé en el hospital y con el pie en alto una semana completa. Cuando me fui a hacer la primera curación, después de estar por unos segundos atónita, lo primero que pensé es que el dedo se me iba a caer... digamos que la estética no era lo que esperaba. No concebía que mi cuerpo volviera a hacer suyo ese trozo de carne que, por cierto, era tan grande que era imposible de regenerarse y me lo tuvieron que pegar, de lo contrario el dedo me hubiera quedado definitivamente más chico. Pero después de unos días sucedió el milagro y el pedacito volvió a ser parte de mi pie, al menos en volumetría, porque en términos de colores, pasó por toda la gama. Es muy asqueroso lo que estoy contando?

OK, cambio de tema. Fotos. Mil. Tengo que elegir de entre mil fotos algunas para poner acá en el blog. Realmente las veo y me mareo... las quiero poner todas, no quiero poner ninguna... y con la idiotez característica de la vuelta a la realidad, que en mi caso es aún más grave, me cuesta todavía más decidir. Los dos primeros días sólo miré de lejos las maletas y la cámara muy guardadita en su bolso que parecía llamarme, pero la incapacidad total de mover un sólo músculo no me permitió hacer NADA. Al tercer día, con mucho esfuerzo descargué las fotos en mi pc, al cuarto borré las borrables y así quedaron 1.000. Mil. Hasta que hoy, en un sorpresivo choque de neuronas, recordé mi nuevo fanatismo por instagram. Qué puedo decir... soy una más. No lo creía, pero basta con probar una vez y la dependencia es instantánea. Si no fuera por eso, serían varios miles más las fotos de mi cámara.

Por lo tanto, los dejo con las fotos de mi celular en unos mosaicos que hice bien a la carrera hoy mientras neurona 1 y neurona 2 seguían en contacto. Tómenlo como un aperitivo, el plato de fondo viene en unos días más, cuando me acostumbre que al otro lado de la ventana no hay un maravilloso lago con 13 islas y que lo que escucho a las 5 de la mañana no son gallos y vacas, sino motores y bocinas.

Y ahora sí, después de mis merecidas vacaciones... 2013, VEN A MÍ!!!